viernes, 21 de diciembre de 2012

The Mill and the Cross/ El Molino y la Cruz


Hace unos meses asistí al preestreno de esta película en El Prado y ahora veo que por fín está en algunas carteleras españolas. El Molino y la Cruz no es una película al uso, pero tampoco es un documental.

Es una apuesta arriesgada del director polaco Lech Majewski que pretende, nada más y nada menos, introducirnos en un cuadro, en su creación, en su época, en su composición. 

El cuadro no es otro que el Camino del Calvario de Pieter Brueghel el viejo





Esta obra se encuentra en el Kunsthistorisches Museum y fue pintada por Brueghel en 1564, durante la dominación española de Flandes. Es un óleo sobre tabla y mide 124x170 cm. 

Como muchos de los cuadros de Brueghel, tiene muchos elementos e historias en su interior. 

Bajo un cielo amenazador donde vuelan los cuervos


un elemento domina el cuadro: el molino


Un molino movido por el viento y que, en la película, será metáfora del reloj que pone en marcha y detiene el tiempo, siendo el molinero una especie de dios.  



Escenas cotidianas pueblan el cuadro como si nada extraordinario ocurriera. 


Pero hombres a caballo con uniformes rojos y fustas en la mano resultan amenazantes. 


Y, casi en el medio geométrico del cuadro, vemos al Hombre camino del Calvario; ha caído, algunos parece que quieren ayudarle mientras algún hombre de rojo descarga su furia. 


En primer plano, a la derecha, la Madre llora asistida por San Juan y las Santas Mujeres. 

Más a la derecha una rueda de muerte y el cráneo de una res muerta hielan la mirada




Y una masa de hombres convertidos casi en hormigas sube camino de un lejano Calvario, en él se forma un círculo de espectadores.


La película de Lech Majewski tiene pocos personajes principales y muchos secundarios. Rutger Hauer es Pieter Brueghel, Michael York es Nicolaes Jonghelinck (comerciante, banquero, recaudador de impuestos y coleccionista de la obra de Brueghel) y Charlotte Rampling es María. 




Entre los muchos secundarios se intuye la naturalidad de los no profesionales que hace verosímil a la gente corriente. 




La apuesta del director es que la película se vea dentro del cuadro. Para ello, todo el vestuario está confeccionado a mano con telas tejidas y teñidas con los métodos usados en el siglo XVI. Se montó una pequeña fábrica para producir tinturas orgánicas con cebolla y remolacha y cuarenta campesinas polacas se encargaron de la confección.





Por otra parte, utilizando los más sofisticados métodos digitales del siglo XXI, se han reacreado las al menos siete perspectivas distintas que tiene el Camino del Calvario. 







El pintor vive dentro y fuera del cuadro, porque la pintura es su obra pero también la época en la que vive. 




El Molino y la Cruz es una película lenta, porque lento es el proceso de creación de un cuadro, y con pocos diálogos. Dos ejes vertebran el guión: el diálogo entre el pintor y su mecenas y los sucesos que aparecen en la obra de Brueghel. Para ello se sigue de manera libre el libro de Michael Francis Gibson (quien también participa en el guión) sobre El Camino del Calvario y se recorre el cuadro más que en una dirección narrativa, en un paseo visual que se detiene en las diversas escenas que contiene. 




Los hombres de rojo son tropas mercenarias españolas y los que sufren su represión los protestantes de Flandes. Quien critica este punto de vista debe tener en cuenta la realidad histórica y que Brueghel sitúo la escena en su tiempo y no pintó romanos. 

El paisaje es una mezcla de símbolos y realidad porque en El Camino del Calvario aparecen grandes rocas que no se corresponden con la orografía de Flandes sino que pretenden simbolizar la Pasión de Cristo, siendo sus grietas las múltiples heridas que sufrío Jesús. 



En El Molino y la Cruz, hay también momentos de exaltación de la vida porque a pesar de las injusticias, la represión o la intolerancia, una fuerza empuja al hombre a seguir viviendo. Muy hermosas son las imágenes de la extensa prole de Brueghel. 





La película acaba en la sala del Kunsthistorisches Museum de Viena donde se encuentra el cuadro. 

Una obra extraordinaria, bella, profunda, estética y éticamente irreprochable, distinta, ¿difícil? No creo que dure mucho en las carteleras.